Hace unos dias se me grabó una frase que oí en la tele... era algo asi como "es lo que tiene ser hermanos, no puedes dejar de quererlos". Me hizo reflexionar un poco sobre los míos y mi extraña relación con ellos. Yo soy "la peque", y nunca dejaré de serlo, como nos pasa a todos "los peques" de todas las familias, que por mucho que el tiempo pase, parece que a los ojos de los demás seguimos siendo los que no crecen nunca, y no dejan de sorprenderse de lo que haces o dices, o de lo que puedes haber conseguido en la vida..
Pues bien, dicho esto, tengo la pena de no haber vivido nunca con mi hermano, supongo que son cosas que pasaban antes, cuando era muy chiquitito se lo llevaron a vivir una calle más lejos con mis tios, que no tenían hijos, y que le trataron como tal. Nos llevamos muchos años y somos muy diferentes. Hubo un tiempo en que no le entendía (supongo que era recíproco), pero poco a poco fuí aprendiendo que él también tiene su pena por haberse "perdido" la vida de su hermana, y a su manera tiene una forma muy especial de preocuparse por mí, de ayudarme y de hacerme saber que si necesito algo, puedo contar con él. Le tengo un cariño especial, aunque me acompaña una tristeza, la distancia y nuestras vidas diferentes hace que coincidamos en el tiempo en contadas ocasiones.
...y mi hermana ¿que decir de ella? Durante muchos años la definía como "mi punto debil", estuvo en mi infancia, se fué, volvió en el final de mi adolescencia, y me acompaño durante mucho tiempo en todas mis aventuras y desventuras, me abrió su casa, su vida, y era "mi tata", le dediqué mi tiempo, mi cariño y hubiera dado la vida por ella. El nacimiento de su hija fue de los momentos más emocionantes de mi vida, su logro más importante, después de tanto tiempo...
y no se muy bien que pasó... Supongo que las personas cambian, y en nuestra evolución nos hemos desencontrado.
Me falló cuando más necesitaba que estuviese a mi lado, cuando le conté lo que me pasaba fué como que le contase una aburrida película que había que olvidar, y la olvidó.. En estos dos años ni una vez me ha preguntado como estoy, así que el resto es obvio. Ni la ví entonces, ni después. Hasta hace unos días, que para solucionar un pequeño problema familiar nos hemos vuelto a encontrar los tres hermanos. Todo el día con ella, incapaz de preguntar, como si nunca hubiese pasado nada.
No pude más, y cuando ya me iba la llamé. Sí, por fin le dije todo el daño que me hacía con su "no querer saber nada", y su contestación fué que no era el momento.....
Y me sigue doliendo, porque después de una semana, parece que el momento no ha llegado y no hemos vuelto a hablar. Pasará al olvido como la película aburrida que le conté hace dos años. Pero a pesar de todo, seguirá siendo "mi tata", y si me duele tanto es porque la quiero, aunque la siga perdiendo....
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